TURBOCRÓNICAS
ME LLAMO
TRABALENGUAS
MARCO AURELIO CARBALLO (MAC)
Cuando Alejandro Alvarado preguntó en
una entrevista qué avances observaba en su escritura, Eusebio Ruvalcaba
(Guadalajara, 1951) respondió: “Estoy en proceso. Ya aprendí a usar el punto y coma”.
Eusebio tiene dos novelas bestsellers: “Como un hilito de sangre” y “Por qué no
te amarraron las manos de chiquito”. Es decir es un periodista y escritor
sencillo. “Ya quedamos pocos”, habría dicho el colega Antonio Andrade (AA).
Y es que al principio
uno encuentra en el oficio serios obstáculos y, dada la rapidez como el
reportero se desenvuelve, hay que actuar al mismo ritmo. Recuerdo el consejo de
un colega para evitar problemas con el uso del gerundio, “Sacarles la vuelta”
habría dicho AA. Porque bien o mal utilizados nos regañaban. ¿Cómo evitarlo?,
sencillo, dejándolos de usar. Cierta vez consulté mis manuales. ¡Encontré diez
maneras correctas de emplearlos. Si quería escribir bien debía aprendérmelas. Vi
que de las diez reglas había una sola fácil. Me propuse aprender una al año. En
diez años sería el zar del gerundio. Imposible. El magín me dio para no más de
tres. Con esas me voy, dije, mientras consigo una beca y domino el resto, las
reglas más difíciles. Se me debe haber venido una descarga genética en el
torrente sanguíneo. De una de mis abuelas. La materna, una viejecita
enternecedora, que nos preparaba cada tarde un piscolabis aunque el ogro, mi
padre, prohibía comer a deshoras. Ella burlaba las reglas y nos acercaba un
taco exquisito. Antes me había asombrado al pronunciar mi nombre. A todos les
parecía un trabalenguas impronunciable, pero no a mi abuela, a doña Roselia
López Manzo, a quien yo siempre le entendía. De origen zapoteca, resolvió el
caso contrayéndolo, reduciéndolo a “Marcurelio”. Así me llamaba, ignorando a su
yerno que se cansó de corregirla.
Nada me ha costado
más que escribir el nombre de Eusebio Ruvalcaba Se me hizo lleno de “bes” y de
“ves” Bueno sí, les aconsejo huirle al de Vladímir Nabokov, el de “Lolita”,
creador de uno de los primeros personajes pedófilos literarios. Yo fui más
lejos y quedé en MAC.
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