FRAGMENTO 32
de “El último
protomacho, creativo y perfeccionista, en el país de las colas sin fin y las
narices de mango”, novela de
MARCO AURELIO
CARBALLO (MAC)
El fundamentalismo obnubilaba a la
vecina y ella me inhibía ante
mis dudas. El punto de vista inteligente era el suyo. Aun coincidiendo en
ciertos asuntos, esquivaba el fuego de su oratoria abrasadora. Solo existía una
misión válida en el cosmos, la suya. Podía sumarme bajo su égida, palabra de mamá.
Con información manoseada, vivíamos haga de cuenta en una isla, lic, y su
misión era alertarnos para sobrevivir con sus enseñanzas y liderazgo. Ni en las
cárceles recibe una ese trato, ¿ajá?
––¡No me insultes la
inteligencia,! ––le graznó Leo cierta vez–. ¿Por qué supones que ignoro que
Zedillo negoció con los gringos para entregarle el poder a la derecha de tu
país, el verdadero ¿eh?... ¡Obvio! ¿De qué ubre mama ahora? ¡De la ubre gringa!
Yo, lic, ni por acá… Pero
Leo, ¿cómo iba a admitir su ignorancia? Menos en política, si bien él ya
observaba de reojo tal actividad, decía. De paso echó en cara a la vecina su
postiza nacionalidad. Ella aguantó
callada el chiqui, chiqui, chiqui.
Tras cada escaramuza, iba al
baño. Parecía buscar un respiro y embestir por otro flanco. Ahora, sospecho que
le hacía gestos a Leo y le mostraba el puño y quizá su angosto y huesudo
trasero, aun separados por una pared. Mientras Leo exigía también no insultarle
su capacidad de hombre informado.
––Apuesto a que la Verguini
usa mingitorio ––dijo Leo–– y, dos a uno, tiene prostatitis.
Al notar mi cara de no
entiendo, agregó:
––Sí, carajo, ella mea parada
y gotea… Siempre en pantalones.
––En casa usa bata –– dije.
––De macho ha de ser ––dijo
Leo.
Al salir del baño, sonriendo
forzada, la vecina dijo sin escarmentar:
––Bien, che licenciado… Pero dejáme contarte a vos cómo estuvo el
acuerdo...
¡Segundos antes le habían
tapado la boca de modo humillante!... ¿Cómo se llama eso, lic? ¿Necedad?...
¿Estupidez?
Le sobraban temas para
cooptarnos: La contaminación. El calentamiento del planeta. La globalización.
¡Mundialización!, corregía Leo, y nadie le hacía caso. La guerra de Irak.
Etcétera, ignorando el otro punto de vista. Cuando lanzó una ofensiva contra
las vacas, la vio de oreja a oreja y se carcajeó.
––Emiten tal cantidad de
metano que…
––¡Pedos! ––gritó él.
––…aparte del sistema del
transporte, che, es cuanto más contribuye al calentamiento. Con lo producido en
el campo alimentan vacas para países ricos, no seres humanos. Vacas. Con eso
comerían muchos pibes pobres.
––Vacas pedorras para tus kilométricos
asados ––dijo él.