19 de octubre de 2008

19.Octubre.2008*

Con la publicación de mi séptimo mamotreto “Morir de periodismo” (Axial) me han ofrecido dos espacios para publicar y también quebrarme las piernas a bastonazos. Gratis. Lo de publicar. Lo de las piernas ahí les iré contando… Las ofertas se hicieron con tragos de por medio. Protesté. Argumenté. Nada. Es decir, (tono de indignación), ¿cómo?, ¿cobras? De haber sido digamos francesas habrían acelerado el abaniqueo y pedido, desfallecientes, sus putas sales. Mas, eran dos caballeros. Uno de pelo quisquín y simpático, diríamos en el Soconusco, y el otro, bien peinado y simpático. Dijeron sí a todo, pero de paga, cero. Flaqueé. En el primero caso, a un lado cantaba el genial Paco Chanona y yo bebía perro embotellado, lingotazos de whisky. En el segundo, asistía a una comida de homenaje a colegas y me había zumbado seis cañazos de ron blanco. Lija para el hígado, dicen los temerosos. Como si conocieran las tribulaciones del poeta devenido narrador y reportero. La paga está en el trabajo, dice Stevenson, y lo saben los editores. Me detuvieron la crisis y la frase de José Pagés Llergo, mi último maestro: “Un periódico se hace con un vivo y diez pendejos”.

Los grandes músicos suben a Internet su trabajo y hay un movimiento gestándose que eliminará a editores y a libreros. Se llevan noventa por ciento de las ventas y diez por ciento el autor. Está bien. Ellos invierten cuanto resulta necesario, mientras el autor gasta en papel y lápices y yo, aparte, en perro embotellado, el mejor amigo del hombre, según Vinicius de Moraes. De haber sido músico y poeta, estaría peor. De haber sido señorita puta… Los editores pagan la imprenta, y a los publicistas, al sastre y al dentista, a la sirvienta y a la amante. ¿Y a quien escribe? ¡Toma! Aunque tenga dos hijos, B y M, descubriendo la vida, y la buena, ambicionan. Hay dos clases de escribidores. Quienes viven de ser diputados o gerentes, y quienes deseamos vivir de cuanto hacemos, mal o bien, como los carpinteros. Aquellos, con fabulosos sueldos en sus respectivos enchufes, no cobran por el artículo. Hasta pagan, dicen. Son esquiroles. Pero a veces, paradoja, les pagan muy bien.

Así que resolví entrarle a un blog. La red te pesca del cogote y vas, alelado, de portal en portal. Odio perder tiempo pues vine, creo, a escribir mamotretos. Aparte, cada semana leo 25 entrevistas y las reduzco (a quinientos caracteres cada una) para redactar “Figuras de la Semana” y “Garbanzos de a Libro”. La fuente de “Turbocrónicas” y de “Crónicas non sanctas” es la perruna vida formidable.
¿Podría ofrecer un artículo? Presumo de carecer de capacidad de análisis, y sobran articulistas, noventa y nueve por ciento narcolépticos. Más allá de la política no hay vida, suponen. Me decidí por el Diario. Nada nuevo. Pero ahí cabe de todo, como en la novela. ¿Qué ganaré? Nada. ¿Importa? La paga está en el trabajo. Podría ser terapéutico. Luego te encuentras en tu paso por la vida a cada ejemplar… Dispongo, para mi teclado, de tres dedos furiosos como de ginecobstreta. ¿Cuántos se necesitan para el cuerno de chivo?

¿Me leerá alguien? No sé. También ignoro si me leen en los periódicos y quiénes, y si están de acuerdo o no. Escribo para la décima segunda parte de la humanidad, y un poco más. Los signos astrológicos, je je, y los ascendentes. El libro es como una botella arrojada al mar y… etcétera, dicen los cursis amantes del lugar común. Aquí espero la frase para Internet. Los apotegmas (al corte de Benito Juárez o de Ignacio Zaragoza) no se me dan. ¿Mi Diario será como un blog lanzado al ciberespacio y cualquier güevón enajenado podrá leerme en Australia, digamos? Vale, dirían en España, Órale, aquí donde me tocó. ¿Y si el australiano contesta güevona tu señora madre?... Como todo “esquizo” tengo dos madres, una santa. Petunia se niega a ser la tercera. Podrían descubrir su edad.


Pero no había maliciado que esos dos editores podrían fusilarse mi Diario. ¡Coño!

*Esta especie de declaración de principios aparecerá publicada en la revista Gentesur, que dirige Alberto Carbot. Ahí publico mis Crónicas non sanctas.

2 comentarios:

  1. Hola! Hace varias semanas le dejé en las oficinas de Siempre! mi libro de cuentos "Media y tres dan cinco". Ignoro si ya lo recogió. Resulta que carezco de influencias y de dinero, por lo cual no hay posibilidad de difundirlo. Esperaba algún comentario, bueno o malo, de su parte.
    Ojalá lo lea.
    Saludos afectuosos.

    Max Mendizábal.
    max00iv@yahoo.com.mx
    maxitoelbueno@gmail.com

    ResponderEliminar
  2. Voy al Siempre! cada quince días, pero no me han entregado su libro. ¿Con quién lo dejó? ¿A quién se lo pido? En las últimas semanas hubo ahí trabajos de albañilería. Preguntaré por el libro el próximo lunes 3 de noviembre. Saludos: MAC.

    ResponderEliminar