Turbocrónicas
FRAGMENTO
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de “El último
protomacho, creativo y perfeccionista, en el país de las colas sin fin y las
narices de mango”, novela de
MARCO AURELIO CARBALLO (MAC)
Los amigos disimulaban apenas su aburrimiento al
escucharle, reiterativo, cómo hacerle para llevar al país del tercer mundo al
primero, si él fuera senador o diputado, secretario de algún gobierno o
presidente. Gobiernan los improvisados, pontificaba. Pululan los cucañeros y
los trepadores. Los economistas son los más nocivos. Hay que recuperar las
riendas del país… Cuando él hablaba maravillas de la profesión e injuriaba a
quienes llevaron al país al sitio más jodido del tercer mundo, sus oyentes,
exhibían relativo interés.
––Echeverría quiso dignificar al tercer mundo ––dijo
Leo–– y De la Madrid nos hundió… Economista por cierto.
En su tratado los presidentes iban a ocupar un sitio
preponderante al analizarles sus capacidades mentales, fundamentadas o no en su
dieta y en su constitución física.
Leo se preguntaba de qué modo presidentes mujeriegos
como López Mateos y López-Portillo rejodieron, entre comillas, el destino de la
república. ¿Cómo personajes alejados del concepto de belleza occidental, si
fuéramos occidentales y no tataranietos de las migraciones asiáticas, alentaron
matanzas o asesinatos individuales, guiados por la diabólica mente de cada uno
de ellos y aguijoneados por la sed de venganza? ¿Cómo había influido en los
presidentes Díaz Ordaz y en Salinas de Gortari, je je, el consumo de los
frijoles?
––¿Y los retrasados mentales? ––preguntó el
Trepamadres.
––Sería interesante investigarles el coeficiente
intelectual ––dijo Leo––. Es clásico murmurar mira a ese rependejo qué buena
vieja trae, o mira a ese otro, de tan pendejo babea y llegó a presidente.
Descalificamos a la ligera.
––En tierra de rependejos, ¿el pendejo gobierna?
––preguntó el Trepa.
Nadie le respondió.
¿Descalificar a la ligera, dijo Leo? Si es justo
cuanto él hacía... Arreemos parejo, expresaba. No hay desperdicio… ¿Le suena
contradictorio, lic?
Si las ollas de los frijoles, del arroz y del mole
saturan de plomo el organismo, pues también el de los presidentes, ¿o acaso
ellos tenían ollas especiales?... La banda presidencial no iba a curarlos de
los efectos de quién sabe cuántos litros de frijoles de la olla o de kilos de
frijoles fritos o refritos.
Me pregunto qué tanto mole consumiría Díaz Ordaz en Puebla
o en Oaxaca, regiones de todos los moles. Ese político priista odiaba a los
estudiantes, según Leo, porque así le había ido con sus contemporáneos... ¿Y si
sólo era el efecto de unas tripas ulceradas y de un estómago aventado como lo llamaba mi mami avivándoles
la neurosis? Quizá esos hombres comían sus frijolitos de olla exprés, je. Está
bien, las de barro emploman, pero ¿y los efectos del caldo de hierro?...